Un manifestante protesta al frente del parlamento español contra la aprobación de un paquete de medidas que buscan enfrentar la crisis económica por la que atraviesa el país.(Foto: REUTERS | Juan Medina)
Un manifestante protesta al frente del parlamento español contra la aprobación de un paquete de medidas que buscan enfrentar la crisis económica por la que atraviesa el país.
Ciudadanos del mundo: no están solos, no son los únicos que sienten furia hacia sus gobiernos, su decisión de ocupar una calle para manifestarse contra quienes profesan diferentes credos políticos y económicos no es una lucha solitaria, el mundo los ve... y los copia.
Estaban equivocados quienes creyeron que los días de protestas, calles tomadas, escuelas ocupadas y encadenamiento a sedes gubernamentales, entre otros, estaban destinados a terminar con el fin de los años más oscuros de la última crisis económica global.
Las manifestaciones están más vivas que nunca y se podría asegurar, sin temor a equivocarse, que en cada minuto hay un grupo de personas protestando en algún lugar del planeta.
Se podría empezar por las marchas en Corea del Sur contra las medidas económicas de ajuste anunciadas por el gobierno de Seúl, las cuales empujaron a los trabajadores a las calles a exigir un mejoramiento de las condiciones laborales.
Podemos continuar en Gauhati, India, donde cientos de habitantes de una zona montañosa protagonizaron un violento reclamo en rechazo a la disposición gubernamental que los obligaba a abandonar sus viviendas. El huso horario de la protesta popular se desplazaría a continuación a Libia donde un grupo de mujeres, al parecer espontáneamente, muestran al mundo su apoyo al líder Muamar Gadafi.
Muy cerca de allí, los espartanos de carne y hueso gritan consignas de repudio contra las medidas de ajuste financiero dictadas por el gobierno de Atenas para resistir una de las peores crisis financieras en la historia helena más reciente. Siguiendo la vía Mediterránea y subiendo al centro de la península ibérica, nos encontraremos con los indignados que protestan a las afueras del parlamento español contra la aprobación del paquete de ajuste con consignas que indican claramente que "El juego terminó".
Si saltamos el océano nos encontraremos con los indignados manifestantes del condado de Humboldt en Sacramento, California, que todavía no pueden creer que planeen atravesar una autopista por la mitad de un parque estatal.
Más enojados aún parecen los estudiantes peruanos en Huancavelica que protagonizaron una serie de desórdenes públicos para protestar por el uso de fondos de su universidad para la creación de otra institución educativa.